La pildora que nos hará más listos

la pildora de la felicidadEn menos de 10 años no nos sorprenderá ver a un ejecutivo echar mano de un frasco de pastillas al entrar en una reunión de trabajo o a los escolares hacer lo propio ante la amenaza de un examen. Los estimulantes tradicionales, como la cafeína y las anfetaminas, capaces de potenciar la atención y el rendimiento intelectual a costa de crear adicción, tienen los días contados. Una legión de nuevos fármacos, que prometen llevar la capacidad humana de aprendizaje y memoria hasta límites desconocidos hasta ahora, se encuentra en fase de desarrollo en distintos laboratorios.

Algunos ya han obrado el milagro de conferir a una mosca una memoria 100 veces superior a la de sus congéneres. Del mismo modo, se han creado ratones y caracoles eruditos, con la habilidad de aprender en apenas minutos lo que a sus semejantes les cuesta 10 sesiones de entrenamiento. El siguiente paso es reproducir estos hallazgos en humanos. ¿Dispondremos en el futuro de una píldora que nos haga más inteligentes? Los expertos en neurología y en neurociencia lo tienen claro: sí.

Varias compañías han iniciado este mismo año, o prevén hacerlo en breve, los estudios de tolerancia y seguridad en personas de una nueva clase de potenciadores de la cognición. Son los primeros peldaños de la investigación que conduce a un fármaco al mercado. La mayoría de estos agentes se estudia para tratar patologías neurodegenerativas como la demencia tipo Alzheimer o el Parkinson, pero a los especialistas no se les escapa que si demuestran tener un perfil de efectos secundarios mínimo, nada podrá impedir que la población sana los incorpore a su botiquín.

¿LLegará el momento en que sea necesario pedir a un estudiante una muestra de orina para comprobar si ha consumido algún fármaco estimulante de la memoria antes de poder juzgar con justicia sus resultados académicos?, se preguntaba un grupo de neurocientíficos en una reciente reunión sobre el tema. La realidad es que los avances en este campo de la investigación han dado lugar a una nueva disciplina, la neuroética. A muchos especialistas les preocupa el impacto que pueden tener estos descubrimientos sobre el ser humano y sobre la sociedad en su conjunto. ¿Dónde quedarán la equidad, la igualdad de oportunidades en el trabajo o la diversidad cultural si las habilidades intelectuales ya no dependen del esfuerzo personal, sino de quien tenga dinero para adquirir unos productos que con toda seguridad serán muy caros?

Aunque no está previsto que los nuevos potenciadores de la memoria lleguen al mercado antes de cinco o 10 años, muchos debaten ya las consecuencias de lo que denominan el «dopaje cerebral». Este fenómeno no ha alcanzado aún a España, pero se extiende por otros países donde fármacos mucho menos potentes, que fueron diseñados para tratar patologías mentales, han saltado a la población sana.

POLÉMICA. EEUU asiste desde hace meses a una creciente polémica sobre el uso y, en opinión de algunos, abuso en la población escolar del metilfenidato, un fármaco comercializado como Ritalin, cuya venta está autorizada para tratar la hiperactividad y el déficit de atención infantiles. Un estudio publicado en enero en ‘Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine’ evidenciaba que el número de niños que toma psicofármacos había aumentado más del doble en ese país en una década.

Las revelaciones de muchos docentes confirman, por otro lado, que cada vez son más los universitarios que utilizan el metilfenidato para mejorar su capacidad de atención y de estudio, y que muchos padres se lo ofrecen a sus hijos para no quedarse atrás respecto a sus compañeros. «Existe una tendencia creciente a dar diagnósticos psiquiátricos a situaciones sociales. La respuesta a las dificultades de la vida cotidiana no es farmacológica», opina David Muñoz, director del Banco de Tejidos para Investigación Neurológica de la Universidad Autónoma de Madrid.

No es el único motivo de inquietud. José Manuel Martínez Lage, profesor de Neurología de la Clínica Universitaria de Navarra, recuerda el caso del TetraTab, un compuesto de cuatro medicamentos que se vendía ilegalmente a través de Internet. La pastilla incorpora modafinil, un fármaco comercializado para tratar la narcolepsia o hipersomnia (un raro trastorno que sume a quienes lo padecen en un sueño irreprimible durante el día), el antidepresivo fluoxetina y dos estimulantes de la memoria. Todos ellos a dosis bajas que, al parecer, no causan efectos secundarios.

Desarrollada inicialmente para paliar los déficit de memoria asociados a la edad, grupo donde sus resultados fueron modestos, la píldora fue adoptada rápidamente por las generaciones más jóvenes y se introdujo en las escuelas y las universidades.

«La tendencia es imparable», dice Martínez Lage, quien, sin embargo, se manifiesta a favor de este tipo de investigación. «Mientras no se demuestre que tenga efectos secundarios no hay nada que oponer. Los estudiantes han tomado anfetaminas durante décadas. Éticamente no es censurable, aunque habrá que establecer unos límites», agrega.

INTERÉS MILITAR. Otro colectivo especialmente interesado en el futuro de estos compuestos es el militar. Muchos ejércitos emplean desde hace años medicaciones para mantener en estado de alerta a sus tropas durante horas y horas venciendo la fatiga y la falta de sueño. En el campo de batalla esta manipulación farmacológica confiere una ventaja táctica sobre el enemigo y ayuda a paliar la falta de efectivos rentabilizando al máximo los disponibles.

Con este fin se ha estudiado el uso de anfetaminas (dexedrina), el metilfenidato y la cafeína de liberación lenta. También se ha investigado el modafinil, así como varios hipnóticos empleados para tratar el insomnio. Éstos últimos ofrecen un sueño rápido, de calidad equiparable al fisiológico y sin efectos residuales. Las tropas están en plenitud de facultades tras apenas cinco horas de descanso.

«El uso de estas medicaciones es un tema emergente en la medicina aeronaútica, pero también un factor crítico. No te puedes fiar del efecto secundario que pueda surgir. Es posible que su acción varíe de una persona a otra y se produzca un accidente. Antes de que se apruebe su uso generalizado deben pasar mil filtros», explica Francisco Ríos, jefe de servicio de Medicina Aeronáutica del Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial de Madrid.

EFECTO DISCRETO. Estos experimentos no han resultado muy alentadores. La eficacia de los productos modernos no dista mucho de la de la tradicional cafeína, aunque, eso sí, presentan un menor riesgo de adicción (para alcanzar el mismo efecto de alerta prolongada se administran cantidades equivalentes a seis tazas de café).
Las tripulaciones aéreas civiles también han servido de campo de experimentación en la búsqueda de herramientas farmacológicas que contrarresten factores como el jetlag, la falta de sueño y el cambio horario en tareas en las que la vigilancia y la precisión son cruciales. La revista Neurology publicó recientemente un estudio con dosis bajas de donepezilo, un agente para retrasar los síntomas del deterioro cognitivo en los pacientes con Alzheimer, en un grupo de pilotos comerciales sanos de EEUU.

Los participantes se sometieron a una serie de vuelos simulados para evaluar su habilidad ante una serie de instrucciones complejas y en situaciones de emergencia. Los que tomaron el donepezilo obtuvieron un mejor resultado, especialmente en las pruebas de atención, aunque la diferencia no fue notable.

«La capacidad de los fármacos que ya están disponibles en el mercado de mejorar el rendimiento intelectual tiene escaso interés y poco uso práctico», considera David Muñoz. Sin embargo, su respuesta es afirmativa a la pregunta de si se puede aumentar la capacidad cognitiva de un ser vivo: «Esta claro que sí, porque se ha demostrado que se puede modificar la de una mosca y la de un ratón».

La llave mágica del almacén de la memoria podría estar en una proteína de las células cerebrales llamada CREB (acrónimo inglés de elemento de unión de la respuesta al AMP cíclico) que interviene en los procesos de formación de la denominada memoria consolidada o a largo plazo (que nos permite recordar hechos acaecidos 30 años atrás como si hubieran sucedido hace 30 minutos) y cuya manipulación farmacológica es objeto de estudio para tratar el Alzheimer o la amnesia.

Los investigadores llevan más de 10 años especulando acerca del papel que desempeña esta proteína en la consolidación de los recuerdos. Los estudios en animales han revelado que la CREB entra en el núcleo de las neuronas y activa ciertos genes para que produzcan otras proteínas que incrementan la capacidad de almacenar información. Las regiones genéticas que fijan la memoria parecen ubicarse en una zona del cerebro llamada hipocampo. Precisamente, cuando este área sufre una lesión habitualmente se producen episodios amnésicos.

El premio Nobel de Medicina, Eric Kandel, neurólogo y autor de uno de los manuales imprescindibles en neurociencia, demostró que interviniendo sobre la CREB se puede conseguir una mosca 100 veces más lista. «Los humanos tenemos los mismos genes y se pueden manipular farmacológicamente», dice Muñoz.

La potencia de los agentes diseñados a partir de estos hallazgos para incrementar la capacidad cognitiva se augura muy superior a la que ofrecen los medicamentos ya disponibles en el mercado. Las consecuencias podrían ser muy beneficiosas para los enfermos afectados por procesos neurodegenerativos. Pero, ¿qué ocurrirá si estas medicaciones se popularizan entre la población sana como ya lo han hecho sus antecesoras?

El propio Kandel, que es socio fundador de uno de los laboratorios que desarrolla moléculas farmacológicas basadas en la CREB, aventura que en menos de un lustro obtendrá un medicamento moderadamente seguro para tratar la pérdida de memoria relacionada con la edad, un proceso que no está reconocido como enfermedad y que, por tanto, podría escapar de la receta médica.
¿Qué cantidad de información es capaz de albergar nuestro bául de los recuerdos? Según David Muñoz, «no se conoce» y tampoco se sabe qué efectos tendría aumentar nuestra capacidad de archivo. «Tener mejor memoria quizá no sólo tenga ventajas, sino también efectos adversos, aunque no lo sabremos hasta que culminen los ensayos en humanos», advierte.

«Olvidar cosas es necesario para poder concentrarse en las verdaderamente importantes», agrega. Y cita el ejemplo de los autistas, cuya capacidad de memorizar es extraordinaria en algunos casos, pero a costa de otras funciones mentales.

SECUELAS. Fernando Martínez, profesor del laboratorio de Neuroanatomía Comparativa y Funcional de la Universidad de Valencia, comparte esta opinión: «La píldora mágica de la memoria no estará nunca libre de efectos secundarios». Para el experto, aún hay muchos interrogantes por resolver. «La CREB está presente en células de otros tejidos, no sólo en el cerebro. ¿Qué resultados puede tener en esas zonas? Además, si potencias mucho esta proteína podrías perder especificidad y producir memorias artificiales e interferir con otros tipos de memoria. Y, por último, el cerebro es muy plástico y se adapta a la presencia de un fármaco. Es lo que se conoce como tolerancia, fenómeno que genera problemas con muchas medicaciones y exige ir aumentando las dosis. ¿Hasta dónde?», cuestiona.

Un artículo de opinión publicado en julio en ‘The Lancet’ ahonda en las dudas éticas que ha despertado en la comunidad científica el hecho de que los potenciadores de la cognición engrosen la lista de la farmacia del bienestar (de los medicamentos que la población sana consume para mejorar su estilo de vida). El autor subraya que si fueran tan seguros como para venderse sin receta, en cualquier caso los profesionales (neurólogos, psiquiatras) «tendrían el deber de informarse para poder aconsejar a sus pacientes», al igual que hacen los dermatólogos o los cirujanos plásticos.

Fernando Martínez echa mano de sus recuerdos para lanzar otra advertencia: «Hace décadas, una conocida compañía farmacéutica lanzó al mercado un producto capaz de acabar con los síntomas del resfriado y combatir la adicción a la morfina. Su nombre es heroína y conviene no olvidarlo».

vía: www.elmundo.es

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